domingo, 24 de febrero de 2008

Una isla para cuidar y deleitar





Una muestra de los parajes más simples, pero fascinantes.

Sus arenas amarillas se desplazan con la brisa propia del mar. Un mar que envuelve a quien osa entrar. Y una brisa que abraza la piel de todo aquel que pose frente a ella para dejarse envolver por la magia, serenidad y ese brillo único característicos de sus 7 km. de longitud, donde la mente olvida por completo los murmullos atosigantes de la ciudad.

La vista se deleita con unos parajes extraordinarios en el día, con dunas de arenas que alcanzan los 30 mts de altura. Por la noche y en compañía podrás observar como el cielo te envuelve con su brillantés.

Estas imágenes son un pedacito de vida que vale la pena mostrar. Es una realidad palpable, pero que no todos pueden apreciar.

miércoles, 20 de febrero de 2008